Es una técnica que busca brindar una idea clara de los pasos de un proceso, y de sus posibles problemas, antes de que el proceso se lleve a cabo concretamente en acciones reales. En el mundo empresarial se usa para mejorar la efectividad de la operación corporativa y para que la empresa mejore sus ingresos por la disminución de errores que se produce como consecuencia del modelado previo. Además de esto, el modelo de proceso sirve para revisar diferentes estrategias que permitan mejorar los procesos, por lo que también hace parte fundamental de los procesos de mejora continua.
La ventaja de tener un modelo del proceso es que permite tener una imagen simplificada de todas las actividades y sus nexos, lo que ayuda a reconocer con mayor claridad dónde se deben intentar las mejoras. En este sentido, un modelo puede ser “una ecuación, un diagrama, un modelo físico, un texto o cualquier descripción verbal” (Holt, 2009).
Las formas más conocidas para generar modelos de procesos son los cuadros de flujo, las tablas de matrices, y el BPMN (notación de gestión de procesos de negocio) (Holt, 2009). A pesar de que hay diferentes maneras de presentar lo modelos, lo más recomendable es hacer uso de alguna herramienta que presente un esquema gráfico que pueda ser recorrido fácilmente por la mirada humana y que las directivas de las organizaciones puedan usar con facilidad, precisamente porque lo que dificulta revisar con cuidado un proceso real es que no está disponible completamente a la vista.