Simplifique, siempre que pueda, los procesos. Para hacerlo pregúntese si un proceso complejo realmente requiere de tantas acciones. Si no es así, hágalo más sencillo, considerando la creación valor para las personas involucradas.
Concéntrese en las cosas simples que crean valor, en lugar de seguir procesos complejos solo porque han estado en uso durante mucho tiempo. Pregunte por qué existen pasos complejos y a menos que haya una razón sólida y actual, deje de hacerlos. Use el número mínimo de pasos que necesita y no haga nada que no esté creando valor para una de sus partes interesadas.
Una implicación de este principio es que sus procesos necesitan cubrir los conceptos básicos y no deben diseñarse para cubrir todas las situaciones posibles. Capacitar a las personas para que reconozcan cuando necesitan hacer algo diferente, y luego confiar en ellos para hacerlo. Si todos en una organización tienen una buena comprensión de los principios rectores de ITIL, entonces deben tomar las decisiones correctas en la mayoría de las situaciones.