En términos generales la digitalización de un negocio se entiende como la adaptación de ciertos aspectos de la compañía a formatos digitales, lo que permite que exista una cantidad considerable de automatización en sus procesos, automatización basada en la computación y la tecnología de la información. Algunos investigadores, sin embargo, entienden la digitalización de una manera más específica:
La digitalización tiene tres fases diferentes: la fase inicial, en la que operaciones o procesos simples se automatizan; la fase media, en la que procesos que tienen relación entre sí se automatizan y se unen; y la tercera fase, la más compleja, en la que varios sistemas que sostienen los procesos del negocio y los flujos de información se integran en sistemas de administración corporativa (Dobrica Savić, 2019).
Entendida de esta manera, la digitalización no es otra cosa que la automatización de todos los procesos de la compañía por medio de la integración inteligente de la tecnología disponible en la actualidad, con la cual la comunicación y el registro de actividades se desarrolla de una manera significativamente más confiable. Esta automatización, para que sea realmente efectiva y cumpla con la definición que se ha dado de la digitalización, requiere de un enlace de los procesos de la compañía en un sistema que los integre a todos y los coordine en un solo proceso global, que es la operación total de la organización. Esta operación, así enlazada, garantiza que los clientes reciban la mejor respuesta a sus solicitudes, y que los servicios y productos de la compañía tengan la mejor de las calidades posibles en el exigente mercado.