Para Westerman et. al, la transformación digital consiste en “el uso de tecnología para mejorar radicalmente el desempeño o el alcance de la empresa”. Esto implica usar los avances digitales, “como analíticas, movilidad, redes sociales y dispositivos inteligentes”, y también mejorar “el uso de tecnología tradicionales como ERP”, para cambiar “la relación con los clientes, los procesos internos y la propuesta de valor” (2011).
En otras palabras, la transformación digital es una manera de permitir que las ventajas de la tecnología cambien todo el comportamiento corporativo para que este se vuelva más efectivo, rápido y confiable, y de esta manera se entregue un servicio o producto en menor tiempo y con mayor calidad. Este proceso, que por lo demás se vio en algún momento como una opción valiosa para las compañías, hoy es una necesidad inevitable del desarrollo empresarial.
El investigador Dobrica Savić afirma que “introducir aplicaciones móviles, inteligencia artificial, cloud computing, analíticas, salones de chat y otros servicios digitales solo mejora el negocio ya existente, pero sin cambiar su esencia” (Savić, 2019). En su opinión, esto es más una optimización corporativa y no una transformación digital del negocio. La verdadera transformación digital cambia completamente el modelo de negocio y obliga a una adaptación completa del enfoque desde el que se plantea la organización.