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La madurez es un concepto biológico que se refiere a una cierta etapa del desarrollo de un organismo. Por ejemplo, si pensamos en un árbol, podemos ver la semilla como un momento inicial, en el que todavía no se han desplegado todas las formas y las capacidades del árbol. En ese momento este existe solo como posibilidad, pero no es todavía una realidad actualizada. Después, la juventud es el brote de los primeros tallos, todavía débiles y sin una forma definitiva. La madurez sería en este ejemplo el momento en el que el árbol adquiere su forma más estable y cuando todas sus funciones están en plenitud.
El árbol maduro es el que absorbe más CO2 y tiene toda la fuerza para llevar los nutrientes que toda del suelo a todas sus hojas; es cuando está más frondoso y ofrece sombra y abrigo a todos los que se acercan a su tronco. Su color es intenso y nítido, y sirve de hogar a animales pequeños que viven en sus ramas. Es la etapa en la que da los mejores frutos. Tiene toda su fuerza en operación.
En relación con los procesos de negocio podemos tener la misma idea: hay unas claras etapas por las que pasa una operación, según el cuidado que le ponga el equipo de trabajo. Cuando se está planeando y se están dando ideas sobre cómo debe estructurarse el proceso, estamos en la etapa de semilla. Todo es posible, pero debe darse una dirección concreta para que adquiera una forma estable y robusta, como el árbol. Además, debe haber criterios para que este crecimiento llegue a donde queremos.
El modelo de madurez de procesos (PMM – Process Madurity Model) es justamente un estándar evaluativo que sirve para saber si un proceso ha llegado a su madurez, y para ayudarle a llegar ahí si no ha alcanzado esa etapa todavía. Consiste en una matriz de criterios con los que podemos saber en qué etapa está una parte de la operación o la totalidad de esta.
La premisa subyacente de la gestión de procesos es que la calidad de los productos y servicios viene determinada en gran medida por la calidad de los procesos utilizados para desarrollarlos, suministrarlos y darles soporte. Un concepto que se ha relacionado estrechamente con la calidad de los procesos en los últimos años es la madurez del proceso y es importante destacar la propuesta actual de Business Process Maturity Model (BPMM). (www.igi-global.com)
Este modelo se “basa en los principios, la arquitectura y las prácticas de CMM y CMMI para Software y describe las prácticas esenciales para el desarrollo, la preparación, el despliegue, las operaciones y el soporte de ofertas de productos y servicios a partir de la determinación de las necesidades del cliente” (www.igi-global.com).
Es, como se ve, un modelo para acrecentar la competitividad de una organización, y sirve para determinar en qué nivel de desarrollo se encuentra un proceso. En este caso, son 5 los posibles niveles: inicial, establecido, definido, con adherencia, optimizado; siendo el último el que ofrece el mayor potencial y da los mejores frutos del proceso para clientes y empleados.
¿Cómo puede integrarse en una misma organización el BPM, que automatiza y agiliza procesos, con este estándar evaluativo? Lo más evidente es que el PMM puede servir de base para el mapa de procesos que usará el BPM para automatizar la operación. Sin embargo, hay un aspecto mucho más clave en esta relación: la base de PMM es la continua evaluación, y no hay mejor manera de evaluar que mediante un sistema de automatización.
Cuando se dispone de modelos de madurez, es importante no olvidar el importante papel que puede desempeñar la medición, siendo esencial en las organizaciones que pretenden alcanzar un alto nivel en la madurez en sus procesos. Esto se demuestra al observar el grado de importancia que tienen las actividades de medición en los modelos de madurez. (www.igi-global.com)
El BPM ofrece el sistema informático que integra todo el flujo de trabajo y, al hacerlo, permite que todas las actividades queden registradas en el software para su evaluación pertinente, oportuna y continuada. Así, el BPM se convierte en el apoyo del PMM en este aspecto evaluativo, tanto como el PMM es el apoyo del BPM para el diseño de un proceso maduro y eficiente. Al contar con las dos herramientas, el resultado solo puede ser una mayor satisfacción de los clientes.
El PMM es una de las herramientas que hemos usado para complementar nuestra suite Dexon BPM. Esto nos ha permitido ofrecerles a nuestros clientes un proceso de automatización que mejoran notablemente su competitividad, pues los ponen en los más altos niveles de calidad de sus procesos. Además, la experiencia nos ha dado el nexo clave entre BPM y PMM, en el que los dos se apoyan mutuamente y potencian las posibilidades del otro. Es una alianza perfecta para el crecimiento económico y para la calidad de vida de todos los involucrados comercialmente con la organización.
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